Oleadas de angustia apenas disimulables frente a la multitud.
El no reconocimiento de las propias facultades y el propio valor es natural, incuestionable.
Solo un destello de duda asoma en el fondo de la conciencia para hacerse notar, aunque pasa desapercibida.
Amigo de mi mismo quiero ser, tanto es así que me ahogo en el doloroso deseo, y caigo en el desconsuelo si no lo logro.
Conciencia difícil de cultivar, voluntad difícil de domesticar, hábitos difíciles de reemplazar. Constancia imposible de adquirir, exceptuando un veinteañero matrimonio y períodos más o menos cortos de permanencia laboral.
Pasajes de oscuridad, ya muy conocidos, y a veces tolerados, hacen recordar que hay luz afuera, pero esto no sucede cuando uno está del otro lado, evitando y negando la oscuridad, huyendo de todo posible contacto con el recuerdo de ello.
Los vaivenes son inevitables, pero pueden ser aceptados como parte natural de cada uno y, tal vez, pueda uno llegar a ver su belleza, su individualidad, conciente de que ellos, con su tambaleante efecto sobre nuestro mundo emocional, pueden llegar a hacernos ver que avanzamos a pesar de todo, que podemos avanzar a un ritmo menor o más trabado, pero tan digno como cualquiera.
Amemos este pesar, busquemos el lado bueno y seremos expertos en positivismo.
Pongamos una sonrisa aunque fabricada, para mostrarnos a nosotros mismos que aun nos queda algo de coraje, que el fuego aun no se apagó, que el recuerdo de un mundo propio y digno es alcanzable.
A los que tenemos hijos, podemos intentar darlos lo mejor, la aceptación de los vaivenes de los demás, de la depresión y la manía, del descontrol.
Ellos posiblemente nos eligieron para conocer este padecer, o, quien sabe, para enseñarnos a sobrellevarlo.
Hablar con ellos estos temas pueden dar luz a su incertidumbre sobre nuestra manera de ser.
Este es el camino -esto que nos toca vivir-, aceptar que nadie es tan malo para no merecer el autoperdón, y la alegría, que algun día -o cada tanto- puede estar presente independientemente de nuestro estado emocional. Qué logro habremos alcanzado ese día.